Una de las caraterísticas principales y diarias de estas últimas vacaciones fue el riesgo a sufrir un infarto en cualquier momento a consecuencia de los buenos sustos que se llevó mi cuerpo.Calles estrechas, empinadas, saturadas de tráfico....Y tú allí como un novato de los de "L" acostumbrado a circular por Burgos de calles más o menos amplias, sin demasiada complicación, sin demasiadas cuestas, (salvo por la zona de San Francisco), donde aparcar de manera inclinada es algo excepcional; tú que has estado en pueblos de la provincia que aunque estrechos eran una tontería al lado de lo que estaba ante tus ojos......
Sí inclinados, insisto inclinados. Así son la mayoría de "los pueblos blancos" que he visitado. Mi cuerpo se llenaba de un sudor que no lo mitigaba el mejor aire acondicionado del mundo, cuándo por no querer andar por culpa de "la caló", leíamos "centro ciudad" y nos metíamos por una calle normalita que a los pocos metros se convertía en una calle tan angosta en la que no era difícil rayar alguno de los espejos según íbamos esquivando las diversas dificultades que, a modo de prueba de exámen de carnet, aparecían en el trayecto, y si a eso le añadías la inclinación que te obligaba a acelerar el coche para que no se te quedara clavado en mitad del camino....o frenar hasta hacer chirriar las ruedas.....Vamos, que toda una auténtica experiencia que puede arruinarte el día.
La primera que montamos fue en Alcalá la Real. Bajábamos de la fortaleza, con su pendiente espectacular y frenamos de golpe. A la derecha obras, a la izquierda una esquina a modo de escalera, la calle se estrechaba aún más y sin ver qué había delante nuestro ¿el final de la calle?¿una pared?¿un socabón?. Hay que dar la vuelta. ¿la vuelta?¿cómo se hace eso?¿en qué lugar?¿si no hay espacio para maniobrar?. Solución, marcha atrás "a toda caña". ¡Qué sudor, qué angustia!. Cerré los ojos, me agarré al asiento atacada de los nervios y confié en la experiencia de muchos años del conductor para salir de aquello.
No contentos con ese mal rato, caímos nuevamente en la trampa callejera. Esta vez fue en Iznájar y la famosa señal "Centro histórico". Cuándo vimos la subidita ya no había más solución que continuar. Pero ese día decidimos no arriesgar más y en la primera calle que nos permitiera torcer a la izquierda meternos. ¡¡¡¡¡¡¡¡Horror!!!!!!!!! una pendiente exagerada y pensando "que no fallen los frenos que nos vamos a los riscos", en primera y frenando a tope. Peor que montarte en una montaña rusa........
Dos experiencias habían sido suficientes. Por lo que decidimos que era mejor gastar suela de zapatos y sudar y sudar que meterse por esas callejuelas en las que sabías como entrabas pero que salir de ellas podía convertirse en toda una desagradable aventura.
1 comentario:
...pero entre susto y susto has gozado del privilegio de atesorar recuerdos de paisajes, arquitecturas y modos de vida. Buen bagaje para afrontar lo cotidiano.
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