• El arte, la gloria, la libertad se marchitan, pero la naturaleza siempre permanece bella. Lord Byron
  • La verdadera sabiduría está en reconocer la propia ignorancia. Sócrates
  • La belleza de las cosas existe en el espíritu del que las contempla. David Hume
  • De las nubes más negras, cae agua limpia y fecunda. Proverbio chino

martes, 29 de enero de 2008

Hotel General Yagüe(*****)

En las grandes ciudades estos hoteles están muy solicitados. En Burgos supera las 300 camas pero siempre está al completo. La atención personal suele ser buena pero pecan a la hora del descanso: es muy difícil conciliar el sueño.
Este fin de semana "decidí" tomármelo largo, largo y "hospedarme" en un cinco estrellas de viernes a domingo, para poder disfrutar al completo de los servicios que ofrecen a la carta. Elegí el General Yagüe.
Si eres "un buen cliente", contarás con extracciones de sangre, electrocardiogramas, monitorizaciones, scaners, servicio de aseo personal, servicio de "chofer" privado, "licores gran reserva" por vena, (para que los puedas saborear mejor), controles de tensión, controles de temperatura...... todo ello amenizado por un ir y venir constante del personal que intenta hacerte la estancia " lo más agradable posible" para que no desees volver a ir por allí en muchos muchos lustros y así poder dar cabida a otras personas interesadas en estos servicios de lujo.
Normalmente en los primeros momentos, y si se te "da" todo muy bien, tienes pendiente de tí un mínimo de tres o cuatro personas de un buen nivel profesional para que vayas captando e intuyendo lo que vas a "disfrutar". Dispondrás de un apartado individual con numerosos avances tecnológicos a tu disposición.
Conforme pasen las horas y después de estar a cada momento preguntándote si estás a gusto con el servicio, deciden llamar al "chófer" para que te lleve a recorrer diferentes estancias del "hotel". Disfrutarás de los nuevos ascensores, tendrás prioridad y por una vez en tu vida, te permitirán ponerte el primero en la fila para contemplar interiormente el scaner y mirarás con prepotencia a los que con cara de tontos ven como su cita se ha demorado unos minutos más por tu llegada. Ellos no tienen aún el pase para el hotel y a tí ya te tienen reservada cama en una de las mejores suites.
Después de seis horas enseñándote lo mejor del hotel, deciden que ya es hora que descanses, pues el circuito turístico ha sido muy ajetreado.
Te suben a la "suite". Te colocan junto a la ventana para que puedas contemplar el amanecer y la luna. Lo malo es que tienes una compañera de habitación no muy charlatana, súmamente discreta con una edad razonable para poder compartir con ella tus vivencias, es más o menos de tu edad (89 años), pero ella tiene más "suerte" que tú. Es "mejor cliente". Tiene a su disposición más personal, le atienden diariamente un mínimo de 10 personas entre turno y turno de trabajo. Su "fidelidad" ha hecho que se desvivan con ella y no se conforma con estar tranquilita y disfrutando de las vistas y de los licores, exige su aseo diario, sus curas diarias, alimentarla, moverla, cambiarla de postura.... y todos corren a servirla, la tratan con cariño, con buenas palabras, pero ella a veces gruñe y protesta ¡ no sé qué más puede pedir!.
Llega la noche y como ha sido un día muy movido tienes ganas de descansar. Pero el personal que tienes a tu servicio entra unas veces a cambiar los licores, otras a poner dos en uno, otras a ver si estás a gusto y ya descansas y cuándo, por fin, parece que no tienen más que hacer y en el mejor de los sueños, aparece un "vampiro" a chuparte la sangre.
Amanece y al poco te enteras de que allí, en tu propia cama, dos días antes se ha ido al San José una clienta. Uff, comienzas a sentir unas ganas locas por marcharte. Pero no te dejan, dicen que aún te queda mucho disfrute.
Te pasan la comida personalizada, y piensas: "así no funciona un buen hotel". El problema es que o comes eso o no hay más porque encima te lo controlan y lo apuntan todo para ver si ha merecido la pena darte la oportunidad que te han dado.
Y pasan las horas y vienen a visitarte los amigos o la familia y te cuentan hablan sobre el día tan bueno que está haciendo, y que mañana haremos esto o haremos lo otro, pero tú piensas : "¿no será envidia que me tienen?".
Por fín llega el domingo y el responsable de todo aquello te hace el honor de acercarse a tu cama y en privado te dice: "Tiene que dar paso a nuevos clientes, por lo que le voy a dar su diploma de asistencia y puede marcharse. Nosotros hemos acabado la labor con Ud."
Y te marchas como loca pensando en no volver nunca más y dejar paso a otras personas interesadas en este servicio de alta calidad.

lunes, 21 de enero de 2008

Toda una aventura


(Foto: Caballos en Covarrubias, casi sin luz ) (más fotos)
Salimos de Burgos con una hora de retraso sobre el horario previsto.
La carretera estaba muy peligrosa por la espesa niebla que nos acompañó hasta Cuevas de San Clemente. Total, que llegamos a Covarrubias con casi hora y media de retraso.
Comenzamos la ascensión por el camino que conduce a Hortigüela. Siguiendo las señalizaciones tomamos el desvío hacía el Monasterio de Arlanza para llegar al Pozo Azul.
Cuando llegó la hora de comer, y ante la certeza de que aún estábamos lejos de nuestro destino, nos desviamos del camino y paramos junto a unas tenadas abandonadas.
Convencidos de que nos sobraba tiempo, emprendimos el regreso a un ritmo relajado. Aún así decidimos ir atajando. Lo hicimos una vez, salió bien, pero la segunda.......aquí fue cuando comenzó la verdadera aventura de esta salida.
Disfrutábamos del paseo, de la conversación y hubo quién se subió a una construcción que encontramos suspendida en el aire al abrigo de los árboles, posiblemente un lugar utilizado para observar a los animales en su habitat natural. Estaba construida de madera, tapizada de moqueta, con ventanas de cristales. Nos reímos un rato pues se bromeó con pasar allí una noche.
Las Mamblas, a nuestra derecha, eran nuestro punto de referencia. Ibamos bien. Pero al pronto desaparecieron de nuestra vista, lo mismo que el camino que ya no era ni una triste senda.
Las risas y la relajación inicial dieron paso a la cruda realidad: estábamos perdidos enmedio de un bosque de enebros, sabinas y encinas.
Sin pensarlo dos veces tomamos la decisión de comenzar a descender habriéndonos paso entre los árboles. Sabíamos que a nuestra izquierda estaba la carretera ¿A qué lugar llegaríamos?. Eso era lo de menos. Pero el tiempo apremiaba. Sólo nos quedaba una hora, o tal vez menos, de luz solar.
Encontramos una torrentera y la seguimos. Luego un camino con pisadas de caballos y lo seguimos. La senda era fácil y lisa por lo que pudimos aligerar el paso a tal velocidad que se convirtió en un "rompe piernas".
Al mismo tiempo que perdíamos altitud el bosque se cerraba y el sol comenzaba a reflejar en la copa de los árboles un tono más rojizo, nada deseable en la situación en la que estábamos.
Por fin se acabó el bosque y entramos en unos campos arados, respiramos, sólo de momento. Seguíamos sin ver nada y encima el camino comenzaba a ascender. Al cabo de un rato escuchamos el sonido de coches y a nuestra derecha vimos los chalets de los ingenieros (así los conocemos nosotros) y de frente la carretera.
Aún nos quedaban, calculamos, unos tres o cuatro kilómetros para llegar. Fueron los peores. Pisando asfalto los pies se recalientan muy deprisa y no podíamos perder el ritmo; si se echaba la noche, allí en plena carretera, podíamos ser presa fácil de cualquier coche. Nadie llevaba nada reflectante que pudiera delatar nuestra presencia a los conductores.
Por fin el cartel de Covarrubias. Lo habíamos conseguido. Llegamos aún con algo de luz solar.
Entramos en el pueblo llevando puesto tan sólo un jersey fino y mucho sudor. Aunque había tan solo 6ºC, estábamos tan estresados que ni lo notábamos.
La mente ordena al cuerpo hacer cosas, en ciertas situaciones, que en frío todos diríamos que somos incapaces de realizar.
Total, que el atajo hizo que una ruta sencilla y relajada se convirtiera en 22 kilómetros y muchos nervios.
Por suerte todo ha quedado en pura anécdota; pero tengo la total seguridad de que "habrá que tomar" más atajos otros días. No es la primera vez que nos perdemos, pero hay que reconocer que aunque en ese momento se pasa bastante mal, al final resulta ser lo más interesante del día.
P.D. No es masoquismo, es aventura.

martes, 8 de enero de 2008

Siempre se puede hacer algo

(Foto: Plaza del Coso de Peñafiel) (más fotos)

No están los cuerpos para caminar. Un buen trancazo que me tiene muy floja ha hecho que nos decantemos por una salida de tipo turístico.
Nos adentramos en tierras vallisoletanas comenzando nuestro recorrido en Encinas de Esgueva y su castillo de los Aguilar (S.XIV).
Visitamos la torre del homenaje del castillo de Villafuerte de Esgueva recuperado por la asociación Amigos de los Castillos.
En Cogeces del Monte vimos el lugar etnológico dedicado al pastoreo, los chozos, las ovejas......
Por la carretera dirección Peñafiel nos paramos en el monasterio en ruinas de la Virgen de Armedilla del que no queda nada más que cuatro paredes pero aún se puede apreciar la enormidad de su templo que conserva dos o tres ménsulas. El pórtico, por lo visto, está en Valladolid y el tímpano en ¡¡ Kansas!! (lástima), el retablo (quiero recordar) está en Riaza.
Aunque en ocasiones anteriores ya habíamos visitado, nos dimos un paseo por las calles de Peñafiel, y nos volvimos a recrear en su plaza del Coso, la Iglesia de San Pablo con su ábside mudéjar y a su costado con una ampliación plateresca. No subimos al castillo por la hora que era.
Curiel de Duero, a pocos kilómetros de distancia, con su castillo restaurado y convertido en hotel, fue nuestro punto y final de la ruta.

jueves, 3 de enero de 2008

Senda del tren minero

(Foto: Laguna en la senda del tren minero) (más fotos)
¡Hoy sí que nos hemos lucido!.
Por no mirar el pronóstico del tiempo nuestra ruta ha sido un auténtico desastre.
Nos hemos pasado el día huyendo de la lluvia.
Fuimos hasta Pradoluengo. Comenzó a llover. Luego llegamos casi a Pineda. Y se puso a llover en el camino. Entonces al ver unos claros decidimos volver y nos paramos en Villasur de Herreros y hacer desde aquí la ruta del tren minero.
En mitad del recorrido decidimos tomar el desvío que conduce a Urrez, pero nada más terminar la ascensión, cuando ya divisábamos el pueblo y viendo como por la zona de Lara el día era fantástico (lo que hizo que nos enojáramos con nosotros mismos por la mala elección de zona para andar), comenzó a llover y nos tuvimos que volver, aunque haciéndonos los valientes comimos junto a esta pequeña charca totalmente helada.
Para que nuestra frustracción no fuera total y para acabar la jornada, que fue muy corta, ( calculamos que haríamos unos 11 kilómetros) nos fuimos a visitar San Juán de Ortega.