Como comenté en su momento hemos ido y visitado Córdoba y algunos pueblos cercanos.
Conseguí plaza en el camping que deseaba.
A diario descubría estar en España cuándo traspasaba las puertas del recinto. Dentro, rodeada de franceses, italianos y en menor medida de holandeses (por ese orden), yo era junto con otros pocos españoles, la extranjera. Por lo tanto, y gracias a estas vacaciones, he dicho adiós al mito de:
turismo extrajero = sol, playa, sangría, paella y toros; también les interesa este país culturalmente hablando.
Otra cosa que he descubierto es el poder del cuerpo que en eso del sudar no tiene límites. Por la mañana, por la tarde, por la noche..., un sin vivir. Muchos días era imposible dormir de "la caló".
28º a las 10; 40º a las 13; 44º a las 15; 37º a las 23 y bebes y bebes y sigues bebiendo pero el riñón apenas funciona, todo lo expulsas por la piel.
Con ello contaba; pero si tuviera que repetirlo lo haría (será por aquello de que sarna con gusto.....). Ah.... y he usado el bañador ¡Aleluya!, han sido necesarias estas temperaturas para ponerme a remojo; y es que en el agua se estaba como en la gloria.
(Un inciso. Me lo explicó una andaluza: aquí decimos LA caló femenino cuándo es insoportable, EL caló en masculino cuándo sólo es calor. Vamos, que también en esto hay discriminación de sexos. jajaja).
He llegado a hacer lo que jamás se debe hacer y nunca lo había hecho: abrir totalmente la tienda para dormir con el problema que eso supone de tener que compartir tu cama con arácnidos, dípteros, lepidópteros, himenópteros; digamos que: arañas, mosquitos puñeteros que encima de picarte te silban en el oído como regodeándose de la faena que te van a preparar, mariposas nocturnas gordas repugnantes, hormigas que te recorren el cuerpo como si fueras el campo; resumiendo, la fauna diminuta del lugar. Pero mejor eso que morir deshidratada en "plena juventud".
También he tenido la ocasión de conocer otro tipo de fauna: felinos. El gatito de las narices me pegó un buen susto. Era de noche. Me levanté para preparar un delicioso café con hielo y me topo con dos cosas brillantes. Pegué un grito y a punto estuvo la cafetera de ir a parar al suelo. Él ni se inmutó. Con todo el descaro del mundo “pasó” de mí y se tumbó junto a la mesa. Le pusimos galletas con leche y algo más de comida. Pero se ve que, o era un gato señorito o tenía la tripa bien llena porque allí quedó todo. La noche siguiente también recibimos su visita.
El momento del desayuno era el mejor del día. Podía disfrutar de uno de mis mayores vicios y que estando en casa no puedo hacer: tomarme un café con leche con unas porras.Ummmm, delicioso desayuno. Lástima que no hayan inventado la transmisión por la red de olores y sabores porque si fuera así yo tendría como enlace principal alguno dónde cocinaran porras. Ya me encargué al día siguiente de nuestra llegada a la capital cordobesa, de averiguar dónde poder ir a desayunar este manjar de dioses.
Y para evitar gastarnos el presupuesto en bebidas frescas cuándo recorríamos las ciudades, me llevé la bolsa térmica tamaño botella que solemos utilizar en las salidas. Todos los días la rellenábamos de agua fría que llevábamos en el coche en un termo que tengo de 5 litros que te mantiene de maravilla los cubitos de hielo casi toda la jornada.
Cuestión de ingenio y de experiencia en esto del viajar y así evitar que te pequen sablazos cuándo te ven cara de panoli, que ya son muchos años y una se cansa de tanto abusador. Porque una cosa es disfrutar de las vacaciones y otra muy distinta dar de comer a sablistas que abusan del turismo y que por dos coca-colas te peguen un palo de 5 aurelios en un bar normalito. Por cierto, 3 aurelios dos cafés y dos raciones de porras, ummmm, divino de la muerte.
Conseguí plaza en el camping que deseaba.
A diario descubría estar en España cuándo traspasaba las puertas del recinto. Dentro, rodeada de franceses, italianos y en menor medida de holandeses (por ese orden), yo era junto con otros pocos españoles, la extranjera. Por lo tanto, y gracias a estas vacaciones, he dicho adiós al mito de:
turismo extrajero = sol, playa, sangría, paella y toros; también les interesa este país culturalmente hablando.
Otra cosa que he descubierto es el poder del cuerpo que en eso del sudar no tiene límites. Por la mañana, por la tarde, por la noche..., un sin vivir. Muchos días era imposible dormir de "la caló".
28º a las 10; 40º a las 13; 44º a las 15; 37º a las 23 y bebes y bebes y sigues bebiendo pero el riñón apenas funciona, todo lo expulsas por la piel.
Con ello contaba; pero si tuviera que repetirlo lo haría (será por aquello de que sarna con gusto.....). Ah.... y he usado el bañador ¡Aleluya!, han sido necesarias estas temperaturas para ponerme a remojo; y es que en el agua se estaba como en la gloria.
(Un inciso. Me lo explicó una andaluza: aquí decimos LA caló femenino cuándo es insoportable, EL caló en masculino cuándo sólo es calor. Vamos, que también en esto hay discriminación de sexos. jajaja).
He llegado a hacer lo que jamás se debe hacer y nunca lo había hecho: abrir totalmente la tienda para dormir con el problema que eso supone de tener que compartir tu cama con arácnidos, dípteros, lepidópteros, himenópteros; digamos que: arañas, mosquitos puñeteros que encima de picarte te silban en el oído como regodeándose de la faena que te van a preparar, mariposas nocturnas gordas repugnantes, hormigas que te recorren el cuerpo como si fueras el campo; resumiendo, la fauna diminuta del lugar. Pero mejor eso que morir deshidratada en "plena juventud".
También he tenido la ocasión de conocer otro tipo de fauna: felinos. El gatito de las narices me pegó un buen susto. Era de noche. Me levanté para preparar un delicioso café con hielo y me topo con dos cosas brillantes. Pegué un grito y a punto estuvo la cafetera de ir a parar al suelo. Él ni se inmutó. Con todo el descaro del mundo “pasó” de mí y se tumbó junto a la mesa. Le pusimos galletas con leche y algo más de comida. Pero se ve que, o era un gato señorito o tenía la tripa bien llena porque allí quedó todo. La noche siguiente también recibimos su visita.
El momento del desayuno era el mejor del día. Podía disfrutar de uno de mis mayores vicios y que estando en casa no puedo hacer: tomarme un café con leche con unas porras.Ummmm, delicioso desayuno. Lástima que no hayan inventado la transmisión por la red de olores y sabores porque si fuera así yo tendría como enlace principal alguno dónde cocinaran porras. Ya me encargué al día siguiente de nuestra llegada a la capital cordobesa, de averiguar dónde poder ir a desayunar este manjar de dioses.
Y para evitar gastarnos el presupuesto en bebidas frescas cuándo recorríamos las ciudades, me llevé la bolsa térmica tamaño botella que solemos utilizar en las salidas. Todos los días la rellenábamos de agua fría que llevábamos en el coche en un termo que tengo de 5 litros que te mantiene de maravilla los cubitos de hielo casi toda la jornada.
Cuestión de ingenio y de experiencia en esto del viajar y así evitar que te pequen sablazos cuándo te ven cara de panoli, que ya son muchos años y una se cansa de tanto abusador. Porque una cosa es disfrutar de las vacaciones y otra muy distinta dar de comer a sablistas que abusan del turismo y que por dos coca-colas te peguen un palo de 5 aurelios en un bar normalito. Por cierto, 3 aurelios dos cafés y dos raciones de porras, ummmm, divino de la muerte.
1 comentario:
ainssss yo quiero un felino caradura de esos ainssss que mono.....
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