Será en otra ocasión

(Foto: La Mesa de Rebolledo de la Torre)

Salimos con intención de subir al Albacastro.

Primero nos paramos para ver Yegua Mea (seca, seca), menos mal que íbamos con N y T que la conocían que de lo contrario nos hubiéramos dado la vuelta por no saber dónde estaba exactamente el lugar. Gracias a ellos nos dimos un largo paseo por los alrededores y pudimos ver unos saltos de agua y una surgencia que en un lugar de tanto pedregal se antoja todo un lujo.

Pusimos rumbo a Rebolledo de la Torre para iniciar la ruta.

Nada más ver la cara norte desistimos; había demasiada nieve acumulada.

Sin saber qué hacer y sin intención de renunciar a un día de caminata, visitamos la bonita iglesia de esta localidad y ahí mismo nos llevamos la grata sorpresa de encontrar una ruta para subir a la Mesa.

Emprendimos la marcha con unos 500 mts. de auténtico barrizal y como en una tablilla nos indicaba dos subidas: la "fácil" para menores de 14 años y la peligrosa para el resto , pues nos apuntamos a la "fácil".

Larga ascensión. Como son unos montes en los que la vegetación es rasa pues se veía claramente dónde acababa la ascensión: una tablilla informativa. (Punto2)
Para llegar al punto 3 sólo hay que ver dónde está la siguiente explicación (de frente a la subida) y desde allí se divisa un paisaje fabuloso con la Montaña Palentina al fondo, el Espigüete, el Curavacas..........

Leemos un poco y nos enteramos cuál es la Mesa, punto de llegada, pues las marcas brillan por su ausencia o están tumbadas.

En las faldas de este alto comimos.

Como anteriormente habíamos encontrado una flecha continuamos el camino recto, recto, recto...., tan recto que fácilmente recorrimos unos 4 kilómetros cuándo pensamos que no era posible que tuviéramos que alejarnos tanto de Rebolledo para volver al comienzo del camino.

N. subió al alto y decidió continuar por allí para ver si encontraba un camino, los demás desandamos lo andado por el valle y descubrimos que muy cerca del lugar de la comida había una flecha tirada en el suelo, pero que era imposible de ver a no ser que supieras que estaba allí (mal muy mal señalizado todo) .

El caso es que al final no quisimos subir por allí porque supuestamente era un tramo peligroso(según la pancartita) y resulta que ahora era la senda para bajar. (No era para tanto, por peores lugares hemos estado).

Pero lo gordo fue al llegar a casa y mirarme en el espejo ¡por algo notaba yo algo raro!.

Y es que , claro, él tiene la cara uniforme al estilo esquiador fin de semana en Formigal, pero yo....mi cara sur que iba paralela a la cara norte de la montaña que estaba llena de nieve la tengo al estilo individuo inglés-alemán cangrejo perdido que veranea en cualquier playa del Mediterráneo y mi cara norte paralela a la cara sur sin nieve la tengo al estilo yo misma; vamos, que ahora voy por la calle haciendo una demostración palpable de la asimetría del cuerpo humano.