Estar en el paro, que no parado, es lo que tiene: que puedes disfrutar del fin de semana al completo. Ese es mi caso, pues hasta que no he estado inscrito en la empresa más grande de España,(Paro, S.A.) nunca he sabido lo que era disfrutar de sábado y domingo seguidos.
Así las cosas, el sábado, con diferente compañía a la habitual y no por ello menos deseada, hemos pasado un día en el monte. Para ello hemos elegido los bosques de hayas de Pradoluengo.
El paseo ha sido de unas cuatro horas, entre ida y vuelta y hemos llegado casi hasta La Muñeca. No hemos ido más lejos porque no andábamos sobrados de tiempo; todo por salir tarde de casa.
Ya el domingo la ruta ha sido algo más compleja, por decirlo de alguna manera, con el grupo de siempre, pero esta vez la gente estaba más comedida.
Nos hemos acercado hasta Villabáscones y hemos tomado el camino que baja justo tras la fuente y el abrevadero.
Seguimos el sendero que nos lleva hasta la entrada a Quintanabaldo. Allí , por la carretera, nos dirigiremos a la izquierda hasta la antigüa estación ferroviaria, dónde tomaremos, siguiendo la vía del tren, dirección Puentedey y vuelta por el mismo camino.
Llana, sin ninguna complicación y de unos 14 Km. ida y vuelta, no apta para épocas de calor, ni tan siquiera para ayer que hizo demasiado buen tiempo para efectuar este recorrido.
El primer tramo hasta la carretera con muy buena sombra, pero el resto del recorrido con un sol de plano.
El segundo tramo de unos 4 Km. escasos, resulta muy pesado, ya que la vía del tren no está acondicionada; se han limitado a echar piedra gruesa y tapar las traviesas, con lo que la marcha resulta bastante lenta y cansada. También hay que decir, que hay que pasar dos puentes ferrovarios, digamos que hay que pisar en el centro para no resbalar y que el pie no se meta dónde no debe. Caer, no te vas a caer al vacío, pero hay que ser prudentes.
El final resultó muy productivo. Las mochilas volvieron bien cargadas: nueces, manzanas, avellanas, moras y alguno cogió bellotas. Pero que nadie piense que asaltamos huertas o fincas privadas. De eso nada, que "semos" honrados. Todos los frutos se encontraban, digamos que salvajes, a nuestro paso pidiéndonos a gritos "comednos" y nosotros no les defraudamos.
3 comentarios:
Huy... Algún pastel de moras y almendras caerá... O una tarta de manzana, que las silvestres dan mucho de sí...
Hasta se me está abriendo el apetito.
Un saludo.
¡ como lo sabes!..
Me apunto -espero no llegar tarde- a todo, que leyéndote imaginaba la mochila en un "ya no puedo más".
Está claro que de vez en cuando habrá que "soltarte" entre hierbas y caminos, para que vuelvas como has vuelto, que hueles a otoño caluroso... y eso siempre es bueno.
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