He podido disfrutar de tres días seguidos de fiesta y en esta ocasión nos hemos reunido un grupo numeroso, aunque demasiado heterogéneo cómo para realizar las actividades habituales de los domingos, y en la casa , grande por cierto y cercana a Burgos, de uno de ellos, hemos pasado el largo fin de semana.
Cambiar de rutina ha sido interesante. Ha habido tiempo para todo: trabajar, descansar, charlar y sobre todo disfrutar de buena compañía.
El viernes día del Curpillo, fiesta local burgalesa, lo dedicamos a nosotros mismos. Me vino de fábula; salí yo sola a dar un largo paseo y así pude pensar en mi cercano futuro del que hablaré dentro de muy poco. Por la tarde nos reunimos en torno a la mesa para, simplemente, conversar de todo un poco, política, deporte, sociedad, proyectos comunes, familia, etc. Por la noche, chistes, bromas, canticos... y al sobre a la una de la madrugada.
El sábado nos fuimos de turismo con el coche y nos acercamos a Tablada de Rudrón:
Cambiar de rutina ha sido interesante. Ha habido tiempo para todo: trabajar, descansar, charlar y sobre todo disfrutar de buena compañía.
El viernes día del Curpillo, fiesta local burgalesa, lo dedicamos a nosotros mismos. Me vino de fábula; salí yo sola a dar un largo paseo y así pude pensar en mi cercano futuro del que hablaré dentro de muy poco. Por la tarde nos reunimos en torno a la mesa para, simplemente, conversar de todo un poco, política, deporte, sociedad, proyectos comunes, familia, etc. Por la noche, chistes, bromas, canticos... y al sobre a la una de la madrugada.
El sábado nos fuimos de turismo con el coche y nos acercamos a Tablada de Rudrón:
Desde San Andrés subimos a La Lora porque alguno de nosotros, yo misma, nunca habíamos estado allí, ni habíamos visto la zona petrolífera.
Después del chinchorro que perdió V., muy a su pesar pues le costó invitar al grupo a unos helados, partimos en dirección a San Martín de Elines.
Nos acercamos al eremitorio de Presilla (más visto que un tebeo), pero cuando se es muchos siempre hay quién no conoce ciertos lugares.
El domingo amaneció lloviendo y lo tomamos como día de descanso ¡será por el trabajo del resto de los días!, digo yo. Así es que aprovechamos para dar gusto a M. que tiene una amiga en las Clarisas de Vivar del Cid y de paso tuvimos todos una charla con las monjas.
Hablamos como una hora con ellas, más de lo humano que de lo divino. Jóvenes como son, están muy al corriente de lo que se cuece fuera de la tapia del monasterio. Estuvieron simpáticas, cordiales y fueron muy buenas anfitrionas; nos invitaron a moscatel, pastas y rosquillas que ellas mismas fabrican. Al salir les compramos unas cuantas cajas de sus postres. Por cierto, buenísimas las tejas y las tizonas, las recomiendo.
Total, un fin de semana tan diferente a otros que me ha gustado ( y eso que yo lo veía como negativo cuando me dijeron de qué iba), aunque no es para, hablo por mí, repetirlo con mucha frecuencia. De vez en cuando no está mal, pero espero que no lo tomen como hábito, porque dedicarse tres días a no hacer nada más que comer y comer, dormir y dormir y poco más.....
Seguro que alguna/o ha vuelto a casa con más de un kilito sobrante, porque no hemos comido precisamente verdurita ni frutita y además hay quién se ha metido entre pecho y espalda muchas exquisiteces de cosas dulces con un picoteo va y otro viene de los de asustar (y no miro a nadie) ¡ pero qué buenas estaban!.
2 comentarios:
Preciosas las imágenes. Te envidio por poder disfrutar de esas escapadas.
Me gusta el ritmo con que cuentas las cosas.
Un abrazo.
Desconocía esa festividad -el Curpillo-, así que he mirado por la virtualidad para ponerme al día y conocer su procedencia. Interesante.
Saludos.
Publicar un comentario