Hoy mi relato comienza por el final y con un único calificativo que engloba todo, que lo dice todo, "MARAVILLOSO". (más fotos)
Escondidos para el hombre han perdurado durante miles de años.
Grandiosos, espectaculares y alguno tan grande que, calculo yo, se necesitan más de 4 o 5 personas para rodearlo. Sus raíces sobresalen del suelo y son tan grandes que parecen troncos. Algunos tienen los troncos huecos y no se entiende, yo no lo entiendo, como es posible que puedan alimentar a las ramas.
Los mejores ejemplares están catalogados, bueno pienso que ese es el significado de la chapa que tienen colgada. Yo vi unos díez ejemplares, puede haber más, no lo sé.
Para los interesados en verlos les diré que es muy fácil encontrarlos. El camino es cómodo aunque con largas subidas que se pueden hacer interminables, todo depende de la forma física de cada uno.
En el pueblo de Panizares se toma el camino que parte de la iglesia. En la primera bifurcación tiramos a la izquierda y sin perder este camino ancho que discurre entre pinos y boj, llegaremos a un pilón cercado, ahí tomaremos la senda de la izquierda.
Encontraremos señalizaciones en los árboles pero no son las habituales en la rutas, por lo que, en un principio puede que no les prestemos atención, pero son totalmente válidas.
Ya desviados a la izquierda, el camino se estrecha y la ascención es más fuerte pero breve, luego la senda se suaviza y podremos disfrutar de una vegetación extraordinaria.
Pinos, boj, encina, sabina, carrasca......
Habremos pasado de 600 m. de altitud en Panizares a más de 1000 m. en la cumbre (si el altímetro no se ha vuelto a estropear, que no sería la primera vez que ocurriera).
Terminada totalmente la subida se destaca ante nosotros el anticlinal que se observa cuando viajamos por el desfiladero que hay antes de llegar a Trespaderne.
Al comenzar el descenso y cuando el bosque empieza a cerrarse ya tenemos que ir fijándonos. El primer tejo a la izquierda y el segundo de frente, y así seguiremos bajando rodeados de estos magníficos ejemplares, que comparten espacio con avellanos y hayas.
Los previsores que suelan viajar con coches de sobra, podrán desde aquí seguir bajando hasta alcanzar la carretera y volver a recoger el otro vehículo a Panizares. El resto volveremos por el mismo camino a nuestro punto de partida.
He vuelto entusiasmada porque, además, hemos comido subidos a los riscos y desde tan alto podíamos divisar el Valle de Tobalina, el Ebro camino de la Central Nuclear de Garoña y la Mesa de Oña.
Unas vistas espectaculares.
Volveré, no sé cuando, pero volveré.
5 comentarios:
Tiene que estar chulo abrazar un árbol de esos :D :D :D ¡Energía positiva!
Energía..... y tanto, viviendo tantos años.....
Tu relato por esos caminos tan agrestes y naturales, me hizo casi verlos, redescubrir la naturaleza es un placer esencial en el ser humano.
Me encantan esas marchas que haces por el campo,me dan envidia (de la buena) por no estar ahí y poderlas hacer :)
Yo ya he estado tres veces en ese bosque...¿qué puedo decir? un lugar mágico donde los haya y además cercano. No obstante, gracias a su difícil acceso no va mucha gente. Ya se sabe: las multitudes son un estorbo. Por la conservación de espacios tan majestuosos, sagrados, legendarios, históricos , naturales,etc; es preferible que las masas vayan a ver fútbol o que se queden en casa comiendo pipas.
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