(¿Dónde está el valle?)
El pronóstico del tiempo anunciaba un día del sol y nubes; por ese motivo nos animamos a subir al Trigaza.
Ya es la tercera vez que lo intento y la tercera vez que desciendo antes de alcanzar la cumbre y siempre por culpa de la niebla.
Como se puede apreciar en la foto, la niebla, era demasiado densa. Hubo momentos que tan sólo veíamos a menos de un metro de la punta de la bota, por lo que, no era cuestión de arriesgarse y decidimos emprender el regreso y emplear el día en otra cosa.
El aliciente de subir una montaña, al menos para mí, es el poder contemplar el paisaje, los valles, las otras cimas; ver el horizonte desde otro prisma, sentarte y disfrutar de toda la belleza del entorno, jugar a saber qué pueblo es ese o aquél... para estar dentro de una nube...no merece la pena el esfuerzo.
Comimos cerca de Arlanzón y paseamos por su entorno, llegando hasta el lugar que ocupó la que fue Abadía Foncea de la que hoy no queda nada, sólo una cruz levantada que recuerda su ubicación.
4 comentarios:
Hola Esperanza, cuando vuelvas al Trigaza, creo que te lo tienes que plantear de otra manera. Cuando subas piensa en el placer de bajar, veras como te cambia la perspectiva de la montaña y de la niebla, jajajaja.
Otro día sube por las cascadas de Altuzarra, aunque no llegues a hacer cumbre disfrutaras del recorrido que hagas.
Besos
el lio de Abi
Así es, los lugares elevados con "capota atmosférica" dejan de tener aliciente. Pero ya habrá una cuarta vez, Esperanza. Hasta la obcecada niebla termina por claudicar en tiempos meteorológicamente más propicios.
Me ha entusiasmado, cómo no, el nombre -Trigaza-, que desconocía.
Saludos.
Mirada, no te quepa la menor duda de que, no sé cuando, lo intentaré por cuarta vez.
Abi, si lo dices por lo preciosas que son las cascadas de Altuzarra... ya las subí, preciosas, pero no se podía seguir si no llevabas crampones.
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